Italia, encontrada en Europa, tiene
muchos platos tradicionales que son conocidos y preparados en todo el mundo. La gastronomía italiana es un reflejo de la
diversidad regional existente en el país, así como de la larga historia que
posee Italia a sus espaldas. Se pueden encontrar las pastas, la pizza, arroces,
sopas, antipasto, entre otras cosas. En este caso se hablara de la pizza.
La pizza, con todas sus variedades
y complementos, es sin duda el plato más popular no sólo en Italia, sino en
gran parte del mundo, y es que la variedad de texturas y contenidos que puede
incluir en su preparación la hacen un plato ideal para ser adaptado a otras
culturas, principalmente por su capacidad de fusionar distintos ingredientes. La
pizza más tradicional es un pan plano horneado, cuya base habitualmente es
elaborada con harina de trigo, sal, agua y levadura, y generalmente cubierto de
salsa de tomate u otros ingredientes locales como son: el salami, los
champiñones, las tiras de cebolla, el jamón y aceitunas entre otros. Es
original de la cocina napolitana (Italia) y su popularidad ha hecho que se
extienda por todo el mundo en una infinidad de variantes. A partir de ahí, el
resto de ingredientes van al gusto y están abiertos a la imaginación de cada
comensal. Así, existen multitud de recetas de pizza, ya sean de carne,
verduras, diferentes quesos, pescados… El abanico de posibilidades es muy
amplio.
El origen más aceptado se sitúa en
la antigua Roma, donde se acostumbraba hacer pan de forma circular y, luego del
cocinado, cortarlo en porciones como con las pizzas actuales. Entonces es
posible deducir que el origen de la pizza se debe al agregado de ingredientes
extras sobre este tipo de pan.
La pizza moderna se desarrolló hacia el siglo XVII en
la ciudad de Nápoles, lugar donde existen las primeras referencias documentales
acerca de los orígenes de una especie de tarta con tomate. En 1889 se le agregó
el queso.
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